Recientemente han circulado afirmaciones virales sobre un supuesto estudio “revisado por pares” que vendrían a probar que las vacunas contra la COVID‑19 generan magnetismo, por lo que objetos metálicos, incluso cucharas, se pegarían al brazo vacunado. Sin embargo, no hay base científica para sostenerlo. Se trata de un informe basado en una encuesta a sólo seis personas, más un caso adicional de un niño no vacunado, que afirmaron sentir magnetismo después de la vacunación, en la que no hay mediciones magnéticas reales, sino sólo fotografías de cucharas adheridas al brazo.
La plataforma de verificación Maldita.es, ha publicado un artículo en el que explica que el documento está publicado en una revista bajo sospecha de prácticas predatorias y sin métodos rigurosos, y en el mismo, Alberto Nájera, director científico del CCARS y profesor de Radiología y Medicina Física en la UCLM, se muestra contundente al confirmar:
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Ausencia de componentes magnéticos
“Las vacunas no contienen ningún elemento químico o material que tenga propiedades magnéticas”
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Explicación del fenómeno observacional
Los objetos termostáticos como cucharas pueden adherirse gracias a humedad, calor o presión, no por magnetismo.
“Mi hipótesis es que gracias a la humedad de la piel o a ejercer una pequeña presión, consiguen que los elementos queden sujetos… momentáneamente”.
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Limitaciones técnicas de los instrumentos utilizados
Los medidores usados en los vídeos cuestan poco (~16 €) y no están calibrados para medir campos magnéticos en humanos; los reales cuestan entre 5.000 y 7.000 €.
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Imposibilidad física de un chip rastreador
Incluso si hubiera algún dispositivo en la vacuna, requeriría una antena y batería visibles, no inyectables.
En su rol de director científico del CCARS, Alberto Nájera contribuye decisivamente a desenmascarar este bulo en Maldita.es con argumentos técnicos y basados en física, desmontando la idea de que exista magnetismo inducido por la vacuna al afirmar tajante que no hay base científica, que no hay elementos magnéticos en las vacunas y que no hay mediciones verificadas que lo sustenten.
En un contexto donde los bulos ganan tracción sin escrutinio, la intervención de Nájera aporta rigor y claridad, mostrando una defensa sólida de la ciencia frente a la desinformación; y su enfoque conjuga autoridad técnica, explicación accesible y respaldo empírico, fortaleciendo la confianza pública en las vacunas y en el método científico.