Nos habéis preguntado por este post que dice que “Bruselas es la primera ciudad importante en detener la tecnología 5G por amenazar la salud humana“. Además, habla sobre los supuestos “efectos biológicos negativos de la radiación inalámbrica en la salud humana”. Este post es una traducción de esta noticia publicada en el medio belga The Brussels Time, aunque el titular se ha modificado para darle un significado más alarmante. El titular original decía que “Las preocupaciones por la radiación detienen el desarrollo del 5G en Bruselas por ahora”. Bruselas tiene unos estándares legales en cuanto a radiación proveniente de antenas especialmente estrictos: 6 voltios por metro, algo que ya causó problemas con la implementación del 4G.
Así que las autoridades regionales llegaron a un acuerdo el verano pasado con tres operadoras de telecomunicaciones para relajar esas condiciones con la intención de crear un programa piloto para la implementación de redes 5G.
Parece que, según The Brussels Times que cita al diario Bruzz, que se publica en neerlandés, este acuerdo ha quedado suspendido y podría no llegar a realizarse porque Céline Fremault, ministra de Medio Ambiente, se opone: “No puedo dar la bienvenida a esta tecnología si los estándares de radiación, que deben proteger al ciudadano, no se cumplen, ya sea el 5G u otra. Los habitantes de Bruselas no son conejillos de indias cuya salud yo pueda vender por un precio. No podemos dejar nada al azar“.
En resumen: un proyecto piloto no es factible con los niveles de radiación actuales, y la ministra no está dispuesta hacer una excepción. Si bien en sus argumentos menciona la salud de los habitantes de la ciudad, en ningún momento ni ella ni el texto original menciona el 5G como una “amenaza para la salud de la humanidad”.
Algo de lo que no hay evidencias a día de hoy (ni las habría aunque la ministra sí hubiese pronunciado esas palabras), como ya explicamos en Maldita Ciencia.
El problema aquí, como explica Alberto Nájera, profesor del área de Radiología y Medicina Física en la Universidad de Castilla-La Mancha, es que la ciencia no puede demostrar un negativo: “se puede demostrar si algo es malo pero no que no lo es”.
Por eso no hay pruebas de que el 5G no es inofensivo, pero tampoco hay indicios, pruebas o evidencias de que sí lo sea.
No es la primera vez que los avances en tecnología móvil (u otros campos de la ciencia) causan un estado de alerta entre ciertos sectores de la población, dando lugar a llamamientos y resoluciones para “evitar” sus supuestos efectos nocivos.
Nájera explica cómo estos se suceden desde hace 20 años, cuando se abandonaron las bandas de frecuencia analógicas que empezaron a utilizarse en los 70 y se impusieron las bandas digitales (desde 1995). “Además, la tecnología 5G no es muy diferente a lo que usamos actualmente: por ahora usará bandas que ya se han utilizado como la de 700MHz (la TDT) y de 3,5 GHz (cerca de las Wifi 5G)”.
* Artículo publicado por Maldita Ciencia