Uno de los temas por los que más nos preguntáis, además del WiFi y sus supuestas repercusiones, de las que ya hablamos aquí, es sobre la tecnología 5G (quinta generación tecnológica de telefonía móvil). Entre otros, se le atribuyen desde la aniquilación de bandadas de pájaros a ser la causa por la que el personal técnico lleva exagerados trajes protectores que nada tienen que envidiar a los de un astronauta. Por supuesto, también os han llegado contenidos que dicen que este tipo de ondas son el origen de enfermedades de todo tipo. ¿De dónde procede este miedo? ¿Está fundamentado? A día de hoy, no hay evidencias suficientes que respalden estos supuestos daños.
"Cada despliegue de una nueva generación de telefonía móvil ha servido para que movimientos antiantenas, que llevan alarmando desde los 90, vuelvan a agitar el miedo a las radiaciones de móviles, WiFis, etc", explica a Maldita Ciencia Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS).
Qué es y qué supone la aplicación de 5G
¿En qué consiste esta nueva generación de telefonía móvil? "En el fondo es parecido a lo que tenemos ahora: utiliza radiación no ionizante (radiación de baja energía que no tiene la suficiente capacidad como para eliminar un electrón de un átomo o molécula) de microondas y a frecuencias similares a las que ya se usan. Alguna incluso se usaba para la televisión, por eso se está resintonizando de nuevo la TDT", explica Nájera.
Además, según el experto, se incluirán nuevas frecuencias (3,4 GHz y 26 GHz). "Tendremos una autopista con más carriles y, por tanto, más capacidad de comunicación, más rápida y estable", afirma Nájera. Esto, según el físico, supone una radiación menos penetrante pero que se concentra y se dirige mejor. Otra de las consecuencias de la implementación de esta nueva tecnología es que las antenas y los dispositivos podrán ser de menor tamaño.
Es decir, entre otras ventajas, la 5G ofrecerá más velocidad y más capacidad para conectar más equipos, además del uso de antenas más pequeñas que podremos tener por todas partes. También incrementará la capacidad de la red (el número de dispositivos con acceso al servicio). "Al estar más cerca de nosotros, la intensidad de la radiación puede ser menor. Algo así como lo que pasa con las WiFis o los bluetooth que tenemos muy cerca, pero cuyo alcance también es muy limitado, ya que su intensidad es menor", aclara el vocal del CCARS.
Para hacerlo más gráfico, el experto compara el mapa actual de ondas móviles con sistemas de riego: actualmente, las antenas proporcionarían cobertura como un aspersor (debe haber cobertura por todas partes para que nuestro móvil capte la señal). Sin embargo, las nuevas frecuencias de la 5G se propagan de forma direccional (como el chorro de una manguera). "Si quiero 'mojar' o dar cobertura a un móvil, debo dirigir el haz, o el chorro en este símil, hacia el dispositivo, evitando mojar a quién esté alrededor", detalla el experto.
En cualquier caso, recuerda que los límites máximos de exposición han sido revisados recientemente y no han incluido cambios para la tecnología 5G. "No se esperan niveles de exposición que se acerquen demasiado a esos límites de seguridad", añade Nájera.
¿Puede influir este nuevo tipo de ondas en nuestra salud?
Como adelantábamos al comienzo, gran parte de la polémica en torno a la quinta generación de tecnología móvil se centra en los supuestos problemas que podría llegar a suponer en la salud. Sin embargo, a día de hoy no hay evidencias ni se han encontrado pruebas de que este tipo de ondas pudiesen repercutir en nuestro organismo.
"En junio de 2019 (dos meses después del lanzamiento), Corea del Sur, el primer país en implantar la 5G, contaba con un millón de usuarios", expone Nájera y añade que, por el momento, no se ha reportado efecto alguno sobre la población.
Además, y en cualquier caso, la radiación debe estar siempre por debajo de los límites internacionales de seguridad establecidos por la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (ICNIRP, por sus siglas en inglés). Por otra parte, y con respecto a su regulación, también el Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica (IEEE, por sus siglas en inglés) ha publicado una actualización en la que esta no ha cambiado con respecto a la del 3G y 4G.
"Por lo tanto, no debería haber problema", concluye Nájera que recuerda, además, que la penetración de la 5G en el cuerpo (milímetros) es menor que la de las tecnologías anteriores (centímetros) a mayor frecuencia. "La capacidad de entrar en nuestro cuerpo es menor, la piel actúa como pantalla, es decir, los posibles efectos de calentamiento se quedan en superficie", explica el experto.
Al ser una tecnología muy reciente, hacen falta más evidencias sobre su posible impacto pero se pueden hacer predicciones conociendo la potencia de las antenas y teniendo en cuenta el incremento del número de dispositivos.
"También sabiendo que la forma en la que se propaga esta radiación es algo diferente: mucho más direccional", recuerda Nájera. Según explica el experto en este artículo, todavía es preciso conocer cómo se comportarán las antenas, los haces y los terminales en condiciones reales: con edificios, paredes, semáforos, señales… y personas. También hacer pruebas con una o dos antenas y con dispositivos a las frecuencias finales una vez se apruebe el estándar. "Pero mientras no se superen los límites, podemos estar tranquilos", subraya.
Si quieres saber más sobre lo que se sabe sobre la relación entre la tecnología 5G y la salud, puedes echar un vistazo a este otro artículo de Nájera.
El origen del miedo a la tecnología telefónica
Que haya miedo hacia una tecnología concreta no es fruto de la casualidad. De hecho, según expone el periodista y divulgador Luis Alfonso Gámez en su blog podemos poner fecha y hora al origen del miedo a los móviles: el 21 de enero de 1993, en el late night del periodista y escritor estadounidense Larry King. Durante el programa, se dio voz a David Reynard, quien había demandado a varias compañías de telecomunicaciones tras perder a su mujer a causa de un cáncer cerebral.
"El 22 de enero las acciones de esas empresas cayeron y la semilla del miedo estaba sembrada", explica Gámez. A pesar de que en 1995 se desestimó su demanda, el presentador invitó al viudo al programa de nuevo en el año 2000. "Desde entonces el miedo ha ido calando en la sociedad. Mi preocupación es quién lo alimenta pues, como sabemos, no existe evidencia de que, a los niveles habituales de exposición a campos electromagnéticos, haya efectos adversos sobre la salud", señala el periodista.
Una vez sembrado el temor a tal tipo de avances tecnológicos, este ha ido evolucionando a la par. Y el 5G parece no ser una excepción. Según Nájera, los movimientos antiantenas siguen utilizando los mismos argumentos que hace 10 o 20 años sin que la evidencia científica a los niveles habituales de exposición haya cambiado.
"Una búsqueda rápida en internet nos permitirá encontrar pseudoexpertos que promueven la desinformación y el miedo avalados por supuestos expertos científicos que suelen decir lo que los crédulos quieren oír", afirma el vocal de CCARS. Sin embargo, no podemos elegir un artículo científico sin mirar lo que pasa en el resto del mundo. "Un artículo aislado, no es conocimiento. Si la evidencia de muchos estudios sobre los posibles efectos sobre la salud fuera consistente, entonces podríamos alarmar, pero a día de hoy, esto no ha ocurrido", añade.
Nájera opina que la 5G supone aire fresco para estos movimientos antiantenas y empresas interesadas en vender todo tipo de "remedios" contra ella, pues permite abrir la puerta de nuevo a la duda y al miedo. De hecho, en la actualidad hay gran cantidad de cacharros y cachivaches que Nájera califica de "inútiles y necesarios" que presumen de minimizar, frenar o anular los supuestos efectos que la 5G podría suponer para nuestra salud: desde pegatinas a ropa y objetos decorativos. Un gran abanico donde elegir, que puede llegar a suponer desembolsos de cientos de euros por supuestos beneficios sobre los que no hay ninguna prueba.
"Desde hace años se vienen monitorizando todas las redes de telecomunicaciones y está no será de menos", concluye Nájera.
Este artículo es una colaboración mensual entre Maldita Ciencia y el CCARS