A menudo llegan dudas y preguntas sobre varios aparatos que, a través de radiaciones, sobre todo ultravioletas, o a través de ultrasonidos, prometen desinfectar distintos objetos frente al coronavirus. ¿Funcionan de verdad o son un timo? Os contamos lo que sabemos. Las mentiras embarran el debate público y pueden ser peligrosas para la salud. La información verificada sobre el COVID-19 marca la diferencia. La verificación está bajo ataque. Si nuestro trabajo te es útil y crees que es más necesario que nunca, pincha aquí para hacerte Embajador/a y ayúdanos a luchar contra los bulos de la pandemia.
No es recomendable comprar lámparas ultravioletas para desinfectar los hogares
Por empezar, al adquirir productos por internet es complicado comprobar que contengan siquiera la tecnología que prometen.
En Maldita Ciencia ya os hemos contado qué sabemos sobre las lámparas ultravioleta (UV) como mecanismo de desinfección. Sí, es verdad que la radiación UV puede matar el coronavirus, así como otros microorganismos. Lo cuenta también aquí la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EEUU.
Sin embargo, “la luz UV efectiva para acabar con virus (luz UVC) es demasiado perjudicial para nosotros. Por lo tanto, su uso debe de estar restringido a personal experto con las medidas de seguridad necesarias”, explica la viróloga Mónica Berjón Otero. Además, esta luz no tiene penetración (es decir, que solo desinfecta superficies).
Por estos motivos, los expertos coinciden en que no es recomendable comprar lámparas ultravioleta para desinfectar los hogares y que incluso puede ser peligroso utilizarlas.
Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) cree que, “como todo, depende”. Nos explica que los rayos UV forman parte del espectro electromagnético del que forma parte también la luz visible que vemos con nuestros ojos. La radiación ultravioleta también es radiación electromagnética cuya energía es superior a la radiación visible. Esta energía “se utiliza desde hace mucho tiempo para desinfectar, incluso hay evidencias de que funciona bastante bien para enfermedades que se transmiten por el aire”.
Según los autores de este artículo, publicado año y medio antes de que se descubriera el virus SARS-CoV-2, la luz ultravioleta UVC lejana (de longitud de onda entre 207 y 222 nanómetros) “desactiva eficientemente las bacterias sin daños a la piel de mamíferos expuesta.
Eso es porque, debido a su fuerte absorbancia (es decir, lo que se atenúa una radiación al atravesar una sustancia) en material biológico, la luz UVC lejana no puede penetrar ni siquiera las capas más externas de la piel o del ojo humano; sin embargo, ya que las bacterias y los virus son de dimensiones más pequeñas que un micrómetro (la milésima parte de un milímetro), los UVC lejanos pueden penetrarlos y desactivarlos”.
Además, los investigadores en ese artículo mostraban que “los UVC lejanos pueden desactivar eficientemente virus que se transportan por aire en forma de aerosol” con dosis muy pequeñas. Lo demostraban con el virus H1N1, un virus de la misma familia del SARS-CoV-2.
Las máquinas con luz UV pueden transmitir una sensación de falsa seguridad si no se usan bien
“Ahora bien, ¿se puede desinfectar con UV? Sí, pero nunca lo dejaría en manos no profesionales ni con los dispositivos inadecuados”, nos dice Nájera. “Necesitamos garantizar las especificaciones, la intensidad y el tiempo de exposición. Por tanto, dudo que aparatos de ‘andar por casa’ garanticen esas características.” Este experto, pues, cree que estos artefactos en realidad “son sumamente peligrosos al poder transmitir una falsa sensación de seguridad".
Además, los “desinfectadores con UV” que encontramos tan fácilmente en internet, advierte Nájera, “pueden ser peligrosos pues la radiación UV puede dañarnos la vista y la piel”. Además, aunque muchos de estos dispositivos se publicitan como una forma de desinfectar específicamente los teléfonos móviles, Nájera señala que aún no está claro “cómo se comportan los plásticos de nuestros móviles ante esa exposición”.
Por ello, para uso no profesional, lo más recomendable por su facilidad y eficacia son los desinfectantes que se están recomendando: lejía y agua.
Los ultrasonidos ni desinfectan, ni limpian, ni matan. Solo diagnostican
También es fácil encontrar también aparatos que supuestamente desinfectan utilizando ultrasonidos. Los ultrasonidos no son radiaciones, sino ondas mecánicas parecidas a las que generan sonidos audibles por los seres humanos, pero a frecuencias mucho más elevadas que no podemos oír.
Ya hemos explicado que "los ultrasonidos no desinfectan, no limpian, no matan”, en palabras del maldito Pablo Rodríguez Cortés. Su única aplicación en el ámbito de la pandemia es meramente diagnóstica. Nájera añade que también “se usan para diagnóstico y, de forma terapéutica en fisioterapia, rehabilitación, litotricias (una técnica que sirve para desintegrar cálculos en el riñón)… pero hablamos de efectos a intensidades, una vez más, muy altas”.
Al ser solo ondas mecánicas, “no producirán efecto en estructuras tan absolutamente pequeñas como un virus. Si queremos acabar con el virus no hay que gastarse dinero, hay que respetar las distancias, incrementar la higiene y tener un poco de sentido común, pero éste no se vende ni se compra”, concluye.
* Este artículo es una colaboración mensual entre Maldita Ciencia y el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud.