Está circulando por diferentes redes sociales un artículo sobre la imagen por resonancia magnética (MRI), las vacunas y un supuesto magnetismo inducido. Según la publicación, las resonancias magnéticas “están causando lesiones graves, incluida la parálisis, en pacientes vacunados contra la Covid-19” que, además, “muestran claros signos de tener partículas magnéticas” en su organismo. La hipótesis planteada en el texto es que las supuestas “nanopartículas lipídicas magnetizadas dentro del paciente migran bajo los enormes campos magnéticos utilizados en la resonancia, causando daños equivalentes a múltiples heridas de metralla”. 

Pero esto es falso, ya que las vacunas contra la COVID-19 no contienen componentes magnéticos ni inoculan “nanopartículas lipídicas magnetizadas” en quienes las reciben. Tampoco hay evidencias de que las resonancias magnéticas supongan un riesgo para los vacunados contra esta enfermedad.

Las vacunas no tienen metales pesados ni componentes magnéticos

Hemos descubierto que la mayoría de los pacientes después de la vacunación contra la Covid-19 muestran signos claros de magnetismo, algo que se puede probar fácilmente en segundos con un imán de neodimio”, indica la publicación. 

En Maldita.es ya han explicado que las vacunas contra la COVID-19 no contienen "metales pesados" ni componentes "magnéticos" que puedan atraer imanes. "Por supuesto que no tienen ni metales pesados ni componentes magnéticos", aseguraba Jaime Jesús Pérez, vocal de la Asociación Española de Vacunología (AEV)

De hecho, si revisamos las fichas técnicas de las distintas vacunas contra la COVID-19 que están en uso en la Unión Europea (UE) y, por lo tanto, en España (Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen) podemos comprobar que no hay "metales pesados" entre sus componentes.

Es cierto que algunas vacunas (no las de la COVID-19 que están en uso en la UE) contienen sales de aluminio, pero estas son muy inferiores (menos del 1%) a las que, de forma natural, contienen los alimentos que consumimos habitualmente, según recoge este texto del Comité Asesor de Vacunas (CAV) de la Asociación Española de Pediatría (AEP)

Las sales de aluminio tiene un papel adyuvante en las vacunas, es decir, “contribuyen a potenciar la respuesta inmune de la vacuna”, según nos explicaba Pérez. En este sentido, algunas vacunas contra la COVID-19 que están en uso en otros países, como CoronaVac y Covaxin, contienen sales de aluminio como adyuvantes. También Epivac, que continúa en fase de ensayos clínicos.

No hay evidencias de que las resonancias magnéticas supongan un riesgo para los vacunados contra la COVID-1

En dicho contenido viral se afirma que “someterse a una resonancia magnética podría provocar que las partículas que están causando que el magnetismo sea atraído por el escáner de resonancia magnética hacia la periferia de su cuerpo dañen estructuras importantes en el camino”. Esto, según el artículo, “podría ser extremadamente grave en el caso de las imágenes cerebrales”.

Es decir, según el contenido, como supuestamente al vacunarte te introducen partículas magnéticas, meterte en una máquina de resonancia magnética sería un peligro y podría provocar múltiples daños en el organismo. Pero en realidad, puesto que no hay metales pesados ni nada magnético en las vacunas, no existe el riesgo de que un escáner vaya a movilizar esas partículas y, con ello, causar algún daño.

¿Cómo funcionan las resonancias magnéticas? Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS), asegura a Maldita.es que esta prueba diagnóstica utiliza “campos electromagnéticos para explorar el cuerpo humano” y permite generar “imágenes de tejido blando como tendones, órganos, articulaciones…”. Estas pruebas, según confirma el experto, no suponen un riesgo para los vacunados contra la COVID-19. 

Antes de hacer una resonancia, se toman precauciones para evitar cualquier riesgo

En el contenido viral también se afirma que “tradicionalmente, nadie que tenga ni siquiera pequeños fragmentos de materiales sueltos que puedan ser movidos por un fuerte campo magnético debería ingresar a los escáneres de resonancia magnética”. 

Nájera explica que, antes de hacer una resonancia, siempre “se toman todas las precauciones para evitar cualquier riesgo”. ¿Podría una resonancia magnética suponer un riesgo en caso de albergar objetos metálicos en nuestro cuerpo (por ejemplo, un marcapasos)? Los marcapasos o prótesis antiguas podrían resultar peligrosos, según el experto. 

Pero las prótesis actuales “se fabrican con metales o aleaciones que no presentan propiedades magnéticas”. “Algo similar ocurre con los marcapasos. Existen marcapasos ‘compatibles’ con la resonancia que no presentan problemas, pero por eso los profesionales velarán por la seguridad y comprobarán en cada caso”, concluye.

En cuanto a un supuesto riesgo para las personas con COVID-19 o que han pasado la enfermedad, Nájera indica que "no se han detectado ni publicado en revistas científicas esos supuestos efectos que los negacionistas, una vez más de forma errónea, atribuyen a las vacunas”. De hecho, "debido a la prevalencia de COVID persistente, los radiólogos están realizando numerosas resonancias a estos pacientes para poder explorar posibles efectos en diferentes tejidos (la resonancia se usa mucho para explorar el cerebro)".

El experto insiste en que las resonancias son pruebas diagnósticas “completamente inocuas y seguras”. No hay que olvidar que estas pruebas pueden resultar muy útiles para detectar y localizar algunas enfermedades como el cáncer, tal y como indica la Sociedad Americana Contra el Cáncer.

* Este artículo es una colaboración mensual entre Maldita Ciencia y el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS).