Por su interés, reproducimos un reportaje publicado por el portal Hipertextual, elaborado por Azucena Martín, en el que se desgrana, con la ayuda del CCARS, un timo relacionado con una cama milagrosa de 40.000 € del futbolista Marcos Llorente, que promete hacerte más joven, y todo tipo de beneficios, aunque ninguno cuenta con evidencia científica que lo respalde. Se trata de un sistema de descanso denominado Hogo, y que no es sino una supuesta una cama contra los campos electromagnéticos (CEM), que el futbolista se ha ido llevando de un lugar a otro.
Hace unos meses, Marcos Llorente, el jugador del Atlético de Madrid, salió en numerosos medios de comunicación. Y no lo hizo por sus goles o su participación en la Eurocopa. Bueno, eso también. Lo curioso es que, además, la otra noticia que ocupó un gran número de titulares fue sobre su sistema de descanso Hogo, una cama contra los campos electromagnéticos (CEM) que se ha ido llevando de un lugar a otro. Que tiemble el baúl de Concha Piquer.
Pero no es para menos; ya que, supuestamente, ayuda a mejorar su rendimiento y recuperarse más rápidamente tras el ejercicio. Además, según aseguran sus fabricantes, mejora numerosos parámetros relacionados con el sistema inmunitario, reduce la edad biológica y disminuye el estrés. Y también ayuda a dormir mejor, claro, para eso es una cama. Sin duda, suena revolucionario. Ya puede serlo, teniendo en cuenta que esta cama contra los campos electromagnéticos cuesta 40.000 euros. ¿Pero realmente tiene algún fundamento científico? La respuesta corta es que no.
Vayamos ahora con la larga. ¿De qué nos queremos proteger? Si buceamos en la web de Hogo, veremos que las propiedades casi milagrosas de su producto se basan en la protección contra los campos electromagnéticos. En ella citan textualmente que su tecnología “crea un entorno libre de contaminación electromagnética, y restablece el campo geoeléctrico natural de la Tierra”.
Según las medidas realizadas por grupos independientes en Europa, la exposición media habitual está miles o cientos de miles de veces por debajo de los límites seguros Suena muy técnico, desde luego.
Pero empecemos por el principio: ¿necesitamos realmente protegernos de los campos electromagnéticos? Para contestar a eso, primero debemos entender qué son. No deberíamos comprar una cama contra los campos electromagnéticos si no sabemos qué es aquello de lo que nos queremos proteger. Estos son campos físicos producidos por elementos cargados eléctricamente. Los hay procedentes de fuentes naturales, aunque los que más preocupan son los que emiten los dispositivos creados por el ser humano.
Es el caso de las tomas de corriente, cuya electricidad va asociada a campos electromagnéticos, o de los campos electromagnéticos de radiofrecuencia (CEMRF), procedentes de infraestructuras de telecomunicaciones móviles y teléfonos, Wi-Fi y Bluetooth. Se sabe que a niveles de potencia demasiado elevados, estos CEMRF pueden causar problemas de salud. Por eso, hay instituciones encargadas de calcular cuáles son los umbrales que, por legislación, no se deberán superar. Es el caso de la Comisión Internacional para la Protección de las Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP), cuyo último informe se publicó en 2020.
En él, se establecen cuáles son los límites de intensidad a los que pueden exponerse los humanos, a nivel ocupacional o para el público general. Por lo tanto, los campos electromagnéticos a los que nos exponemos en nuestra vida cotidiana deben estar necesariamente por debajo de dichos niveles. De hecho, según las medidas realizadas por grupos independientes en Europa, la exposición media habitual está miles o cientos de miles de veces por debajo de estos límites seguros. No hay nada de lo que protegerse.
Así funciona supuestamente la cama contra los campos electromagnéticos
En la web de Hogo, indican que su cama contra los campos electromagnéticos genera una “burbuja protectora” gracias a la presencia de una malla de plata y grafito. Para saber si esto tiene sentido, en Hipertextual le hemos preguntado a Alberto Nájera, físico y profesor en el Área de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Además de confirmarnos que, efectivamente, no es necesaria tal protección, su respuesta sobre la tecnología empleada ha sido muy clara: “Una cama es una plancha. Si realmente tuviese algún tipo de escudo contra los campos electromagnéticos, te podría proteger de lo que llegue del suelo, pero el resto del cuerpo está al aire. No es una jaula de Faraday”.
Incluso si quisiéramos protegernos de los campos electromagnéticos, con una cama abierta sería imposible Este último término hace referencia al efecto por el cual el campo electromagnético en el interior de un conductor en equilibrio es nulo. Y también a dispositivos, basados en este efecto, cuyo interior queda eléctricamente blindado. Pero, como su propio nombre indica, es una especie de jaula, un envase hermético.
Una cama jamás podría actuar como una jaula de Faraday. Desde este medio nos hemos intentado poner en contacto con Hogo para consultarles sobre cómo puede su cama contra las radiaciones electromagnéticas proteger a los usuarios sin estar cerrada. Sin embargo, en el momento de redacción y publicación de este artículo no hemos recibido respuesta.
Pero eso no es todo, pues en la web también explican que la cama “elimina la radiación acumulada en el cuerpo a través de la toma de tierra”. La toma de tierra es un punto en el que se enlazan las tomas de corriente con la tierra. Así, si se diera cualquier fuga o descarga, la energía se desviaría para no dañar a las personas. Supuestamente, lo que hace esta cama es aprovechar esa toma de tierra que hay en todos los edificios para liberar las posibles radiaciones electromagnéticas dañinas que lleguen hasta el usuario.
¿Sería necesario esto en una cama?
De nuevo la respuesta es claramente un no. “Si quisiéramos conseguir este efecto, sería tan fácil como poner unas patas metálicas a la cama”, señala Nájera. “De todos modos, no pasa nada por no tenerlas, porque no es necesario. No acumulamos por la noche una carga eléctrica que pueda ser peligrosa para nosotros”.
Esta cama contra las radiaciones electromagnéticas no es solo un somier. Viene acompañada de colchón, almohada y juego de sábanas completo. Todo ello, por supuesto, con materiales naturales. Es algo que la empresa deja claro en la web. Contiene madera de haya, fibra de coco, látex 100% natural y algodón orgánico. Además de la plata y el grafito, por supuesto. Esta insistencia en la presencia de materiales orgánicos y la ausencia de productos sintéticos, libres de procesos químicos, es un peligroso llamamiento a la quimiofobia. Pero también un reclamo para el que podría ser su público potencial. No olvidemos que, por lo general, las personas que buscan consumir la mayor cantidad posible de productos naturales suelen ser también las que más temen a las radiaciones.
Además, por si eso no fuese suficiente, señalan que se trata de un sistema de descanso holístico. Esto quiere decir que obedece al holismo, una doctrina que concibe cada realidad como un todo, en vez de como la suma de sus partes. La medicina, como tal, debería concebirse así. El problema es que cuando este término se relaciona con la salud, como en este caso, se considera una pseudociencia, sin ningún tipo de evidencia, por lo que resta mucha credibilidad al discurso científico que intenta mantener la empresa.
La ciencia de la cama contra los campos electromagnéticos Hogo cuenta con testimonios de varios usuarios de las camas, entre los que se encuentran una modelo y varios futbolistas famosos. Pero también hay comentarios de científicos y supuestos trabajadores sanitarios. Es, por ejemplo, el caso de una nutricionista holística. Volvemos a que “holístico” y “salud” no casan bien cuando hablamos de evidencias científicas.
Del mismo modo, tanto en los testimonios como en el panel de expertos aparece un especialista en medicina integrativa. Esta hace referencia a cualquier práctica que no incluya la medicina tradicional, por lo que en ella se engloban muchas pseudoterapias. Sin embargo, llama la atención que también cuentan con la atención de una catedrática de genética y fisiología, un catedrático de fisiología y una investigadora del área de la neuroinmunología, el envejecimiento y la nutrición.
Pero no solo dan su respaldo con comentarios en la página web. También se encuentran detrás de varios estudios científicos en los que se analizan las propiedades de esta cama contra las radiaciones electromagnéticas.
¿Significa esto que sí que es efectiva?
La respuesta corta sigue siendo un no. No todo lo que se publica es una investigación científica adecuada. Y este es un claro ejemplo de ello. Hogo No todos los estudios tienen validez. Para empezar, cabe destacar que no todas las publicaciones de la web son estudios como tal. La mayoría son informes realizados por científicos, pero que nunca se han llegado a publicar en una revista con las revisiones pertinentes. Solo uno de ellos podría considerarse un estudio revisado. Está publicado en Environmental Health, una revista que por lo general suele albergar publicaciones de buena calidad. Pero siempre puede colarse alguna que no lo sea.
En el estudio, se analizan los cambios experimentados en varios parámetros asociados al estrés y el sistema inmunitario después de que un grupo de personas utilicen esta cama contra las radiaciones electromagnéticas durante dos meses. Así, además, se señala que se puede ver si hay una reducción en su edad biológica. Ya desde el principio, se detectan numerosos datos que hacen que el estudio no pueda considerarse apropiado. Para empezar, solo participan en él 31 voluntarios. Esta es una muestra muy pequeña para obtener conclusiones sólidas. Pero, aun así, si todo lo demás fuese correcto, podría ser interesante.
El problema es que no es el caso. Lo siguiente que llama la atención es que todos los participantes eran amigos o familiares de trabajadores de la empresa. Empresa que, además, ha financiado el estudio. Al final del estudio aclaran que no hay conflicto de intereses, pero el mero hecho de que la compañía esté tan presente le resta objetividad.
¿Qué pasa con la metodología?
Este estudio se centra mucho en la disminución de la edad biológica. Esto, de hecho, es algo en lo que insiste mucho la compañía al hablar de los beneficios de la cama contra los campos electromagnéticos. Sin embargo, medir esto no es tan sencillo.
Según ha explicado a Hipertextual Francisco Vargas, médico-epidemiólogo y director científico del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS), no es tan fácil determinar la edad biológica de una persona, ya que influyen muchísimos factores, como su herencia genética, su estilo de vida o incluso su nivel económico. "En el estudio solo miden el campo eléctrico, no dicen nada del magnético".
Por otro lado, Vargas señala otro de los grandes errores metodológicos de este estudio. Y es que, a pesar de que la empresa en su página web habla de la protección frente a campos electromagnéticos, en el estudio solo menciona una parte de ellos: los campos eléctricos. “Normalmente en estos estudios mides el eléctrico por un lado y el magnético por otro o la densidad de potencia, que es la cantidad de energía incidente en una superficie”, aclara. “Sin embargo, ellos solo hablan del campo eléctrico, cuando en casa estamos expuestos a los campos magnéticos de las instalaciones eléctricas y los electrodomésticos, por ejemplo”.
Ahora bien, si nos centramos en el campo eléctrico, volvemos a ver lo mismo que al principio: los niveles a los que nos exponemos son mínimos. “En el estudio dicen que, al principio, en una habitación (no dicen si en todas) miden 984,7mV. El máximo de exposición permitido para el rango que ellos dicen que han medido es de 87V o, lo que es lo mismo, 87.000 mV. ¿Para qué queremos un colchón que nos va a reducir una exposición a algo que sabemos que está miles de veces por debajo del límite seguro?”.
Por otro lado, si seguimos leyendo veremos que en el estudio hay dos grupos. Uno experimental, que durmió en la cama contra los campos electromagnéticos, y otro control; que, sin saberlo, durmió en una cama sin el sistema Hogo. Tanto antes de empezar la rutina de descanso como dos meses después, se midieron en su sangre varios parámetros relacionados con el sistema inmunitario, el estrés y la edad biológica.
El estudio señala que las diferencias entre antes y después en el grupo control no fueron estadísticamente significativas. Eso es bueno. El problema es que en el experimental, de ocho parámetros, solo hubo dos estadísticamente significativos. Además, como recuerda Vargas, debemos tener en cuenta que estos parámetros suelen fluctuar, por lo que, si no tenemos una explicación relacionada con la cama, no nos sirven de mucho esos datos. Y no, tal explicación no existe.
Los propios autores del estudio, al final, indican que no saben a qué se debe esa mejoría en dichos parámetros. Incluso señalan limitaciones, como el bajo número de participantes o la ausencia de un análisis de los resultados a largo plazo. Si ellos mismos no reconocieran estas limitaciones posiblemente el estudio no habría pasado las revisiones pertinentes. Pero, al reconocerlo, dejan claro que no conocen los mecanismos por los que ese supuesto escudo pueda reducir la edad biológica. Podría ser simplemente una casualidad. Victoria Heath/Unsplash
¿Ayuda a dormir mejor esta cama contra los campos electromagnéticos?
Esta cama contra los campos electromagnéticos no deja de ser una cama. Aunque promete todo tipo de beneficios para nuestra salud, si no nos ayudara a dormir bien, sería inútil. Por eso, también cuenta con investigaciones que apoyan sus beneficios sobre el sueño y la regulación de los ritmos circadianos. ¿Son adecuados esos estudios? La respuesta sigue siendo la misma.
No hay evidencias científicas de que los campos electromagnéticos, a los niveles a los que nos exponemos, afecten al sueño. Sobre este punto concreto no tienen estudios revisados y publicados, como el anterior. No obstante, sí que disponen de algunos informes en los que se analizan, por ejemplo, los niveles de melatonina. Esta es una hormona cuya concentración varía en los ciclos días-noche, de modo que está muy relacionada con el correcto desarrollo de los ciclos circadianos. Existen muchos mitos sobre cómo podrían afectar a estos los campos electromagnéticos.
Incluso se dice que dormir con el teléfono móvil encima de la mesilla de noche podría hacernos dormir peor. Sin embargo, según ha explicado a Hipertextual María Ángeles Bonmatí, bióloga e investigadora del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, no hay ninguna evidencia científica al respecto. “Lo que parece bastante claro es que utilizar el móvil o cualquier dispositivo electrónico con pantalla retroiluminada antes de dormir puede afectar a la calidad del sueño y a su duración”, indica. “Respecto a sus efectos simplemente por estar encima de la mesilla de noche, con la pantalla apagada y sin emitir sonidos, hasta la fecha no hay evidencia concluyente que lo indique”.
En cuanto al informe en el que se miden los niveles de melatonina, entre otros parámetros, después de usar esta cama contra los campos electromagnéticos, Bonmatí apunta que también cuenta con numerosas carencias. “Para empezar, no se explica en detalle cómo se ha realizado el estudio”, señala. “Tampoco se ofrece ninguna información sobre las condiciones de luz (que sí podría afectar, y mucho, a la secreción de melatonina) que se han empleado durante la toma de muestras y previamente a la misma. Tampoco se aplica (o no se menciona) ningún test estadístico que nos indique si las diferencias que se observan a simple vista son realmente significativas”.
Además, insiste en que el estudio, al menos en la forma en la que está disponible en su web, no ha sido revisado por pares en ninguna revista científica. Por otro lado, cabe destacar que no es la primera vez que el catedrático detrás de este grupo de investigación publica un informe sobre los efectos perniciosos de los campos electromagnéticos.
De hecho, Francisco Vargas ha puesto en conocimiento de este medio otro informe, en el que señalaba los efectos que pueden tener sobre el sistema endocrino y las patologías asociadas al mismo. Sin embargo, de nuevo contaba con una metodología inadecuada. Hacía afirmaciones muy tajantes, sin referencias numeradas que apoyen sus fuentes e incluso llegaba a obtener conclusiones contradictorias.
Y por si eso fuera poco, este catedrático cuenta con publicaciones en revistas como Discovery DSalud, un medio de comunicación pseudocientífico cuya falta de credibilidad se deduce solo al ver que en la portada de su último número aparecen fotografías de brazos con tenedores y otros objetos metálicos pegados a ellos. En aquella publicación, de hecho, defendía las propiedades de otra cama contra los campos electromagnéticos.
Porque no, Hogo no es la primera que promete tener estas propiedades. En lo que coinciden todas es en no contar con evidencias científicas que las respalden. justicia.
¿Pero esto es legal?
“El mejor descanso para tu salud”. Este es el eslogan que nos podemos encontrar nada más entrar en la página web de Hogo. Ya hemos visto que, con la ciencia en la mano, esta es una afirmación demasiado osada. ¿Es legal afirmar algo así? Para saberlo, nos hemos puesto en contacto con el abogado y divulgador científico Fernando Frías. “Legalmente, diría que incumplen varias de las prohibiciones del artículo 4 del Real Decreto 1907/1996”, comienza. “Por lo tanto, sería publicidad ilícita conforme al artículo 3.d de la Ley General de Publicidad”.
Además, añade que “las afirmaciones que hacen son bastante extraordinarias como para considerar demostrados esos efectos, y en cualquier caso algunas de las cosas que hacen, como echar mano de testimonios de famosos o asegurar que mejoran el sistema inmunitario, están claramente prohibidas por el RD 1907/1996”.
Entonces, ¿a esos famosos les funciona?
Para terminar, cabe preguntarse algo. Si todo esto no tiene ninguna evidencia científica, ¿por qué a Marcos Llorente o al resto de personas que dan su testimonio les funciona? Podríamos pensar que la empresa les ha pedido que lo digan, pero es posible que ese no sea el caso. Puede que ellos sí que hayan comprado la cama y que realmente crean que les va bien. Pero es que, en realidad, se trataría simplemente de sugestión.
El famoso efecto placebo. “Marcos Llorente tiene veintitantos años, es deportista y lleva a cabo un estilo de vida muy saludable”, recuerda Francisco Vargas. “Lo lógico es que duerma bien. Además, si te gastaras 40.000 euros y no te funcionara, nunca lo reconocerías”.
Alberto Nájera añade que, mientras que no hay ninguna evidencia científica de las propiedades de esta cama contra los campos electromagnéticos, sí que las hay de que usar a famosos en la publicidad de productos con supuestos efectos sanitarios hace que el público se preocupe más. Incluso si alguien ve esta publicidad puede llegar a sentir que no está descansando bien en su cama sin malla de plata y grafito.
En definitiva, dormir en esta cama contra los campos electromagnéticos tiene exactamente los mismos efectos que hacerlo en cualquier otra con un colchón adecuado, que aún no esté vencido por el uso durante años. La única diferencia es que con el sistema de descanso Hogo serás 40.000 euros más pobre.