Vas a la cocina con la intención de calentarte un buen café en el microondas. Lo que no te esperabas es que, al abrirlo… ¡Sorpresa! Sale de él una mosca revoloteando. El cómo ha llegado ahí podemos imaginarlo pero, ¿por qué no ha terminado churruscada, si hay veces que el contenido que metemos a calentar en el electrodoméstico, literalmente, hierve?. Hoy en curiosidades animales, insectos voladores que no se inmutan (aparentemente) ante un calentamiento. Hay vídeos que muestran a moscas tan ‘panchas’ aun habiendo estado varios minutos en un microondas activo.

Lo primero es aclarar que, aunque parezca increíble, sí que existe literatura científica sobre el efecto de las ondas microondas en moscas. Este estudio del año 2020 en moscas de la fruta (la famosa Drosophila melanogaster) observó que las microondas de longitud de onda 2.450 megahercios aplicadas durante tres minutos, no tienen un efecto térmico en el animal. De hecho, ninguna mosca murió durante el experimento, aunque sí dañara su material genético. 

Por otro lado, la mosca de la fruta es capaz de detectar el campo magnético terrestre y, durante el experimento, mostró repelencia a las microondas, tratando de permanecer dentro de un refugio cubierto con papel de aluminio durante la irradiación.

Otro experimento observó que el tamaño de los ovarios de las moscas de la fruta hembras era menor si había recibido radiación de microondas. En cambio, las larvas del moscardón Chrysomya megacephala mueren tras 30 segundos de exposición a microondas.

Aunque las moscas, por lo tanto, sí podrían sobrevivir al microondas, esto dependería de varios factores. "Cuando hablamos de ondas microondas estamos hablando de un rango muy amplio de radiaciones electromagnéticas de entre 300 y 30 megahercios, por lo que hay que especificar exactamente de qué frecuencia se trata: esta característica determinará muchas de sus propiedades. Además, habría que especificar el tipo o la especie de mosca, porque no todas tienen el mismo tamaño", ha explicado a Maldita.es el físico Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS)

Las radiaciones, además de por su frecuencia, se caracterizan por su longitud de onda, que podríamos entender como el ‘tamaño de la radiación’ y,  por tanto, el tamaño del insecto importa.

Los hornos microondas usan una radiación de 2.450 megahercios a alta intensidad con un 'tamaño' o longitud de onda de unos 12 centímetros, añade Nájera. Este 'tamaño' de la onda está relacionado con las estructuras con las que pueden interactuar. Si son moscas domésticas, que miden entre 6 y 7 milímetros, "las moscas podrían escapar a esa radiación, al moverse o quedarse en un espacio en el que no sintiesen el calor generado por la radiación. No obstante, en caso de que el haz ‘pillase’ al animal directamente y durante el tiempo suficiente, sí se podría generar suficiente calor como para matarla", aclara el físico.

En el caso de seres vivos más grandes que las moscas, se comportarían de forma muy diferente en un horno microondas, indica Nájera. Además, la cantidad de agua que su cuerpo tuviese  "sería crucial" a la hora de condicionar la absorción de radiación y, por tanto, el calor generado.