El pasado martes 12 de septiembre, las autoridades francesas ordenaron la retirada temporal de su mercado del modelo de smartphone iPhone 12 “por incumplimiento de la normativa europea” en relación a la emisión máxima de radiaciones. Según la Agencia Nacional de Frecuencias francesa (ANFR), tras revisar 141 modelos de móviles, el iPhone 12 “superaba el límite [europeo] de la tasa de absorción específica” (SAR, por sus siglas en inglés), es decir, la cantidad de energía de radiofrecuencia (las frecuencias típicas de los dispositivos usados en telecomunicaciones, como el WiFi, el Bluetooth, las antenas…) que es absorbida por el cuerpo humano al utilizar un dispositivo. En este caso, un teléfono móvil.
En cifras, mientras que en la Unión Europea la medida debería estar por debajo de los 4 W/kg, en el caso de las extremidades, y de 2 W/kg en caso de cabeza y tronco, el resultado de la revisión de la agencia francesa ascendía a un total de 5,74 W/kg. Ahora bien, no se han demostrado efectos adversos para la salud de este tipo de exposición por debajo de hasta 40 W/kg.
Esta medida se calcula bajo condiciones controladas en laboratorio y se utiliza para evaluar si un dispositivo concreto cumple con las pautas de seguridad establecidas por las autoridades reguladoras, como explica en un hilo de Twitter (ahora X) Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y director científico del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias (CCARS).
Es decir, para cumplir la normativa, un dispositivo móvil no debe sobrepasar ciertos límites de SAR (los casos más restrictivos son 1,6 W/kg en Estados Unidos y 2 W/kg en la Unión Europea). Estos se establecen en base a la evidencia científica disponible acerca de la relación entre la exposición a la radiofrecuencia y la salud humana.
No tiene porqué: “Un valor SAR más alto no necesariamente implica un riesgo para la salud, ya que estos límites se establecen con márgenes de seguridad considerables”, aclara Nájera. Estos márgenes permiten garantizar que la exposición a la radiofrecuencia generada por los móviles es segura. En el caso de los límites para público en general este margen de seguridad es de un factor 50. Es decir, los límites establecidos son 50 veces menores que los niveles de exposición que se han demostrado que causan efectos en la salud.
Así, según declaraciones al Science Media Center Australia de Rodney Croft, presidente de la Comisión Internacional de Protección contra las Radiaciones No Ionizantes y catedrático de la Universidad de Wollongong (Australia), no se han demostrado efectos adversos para la salud de este tipo de exposición por debajo de 40 W/kg, siendo el nivel de exposición del iPhone 12 de 5,7 W/kg, muy inferior a la que sería necesaria para causar algún daño. Para poner el nivel de exposición en contexto. “5,7 W/kg solo causarían un aumento de temperatura en las extremidades de menos de 1 °C, y solo en una región muy localizada; esto es mucho menos que la variación normal de temperatura durante el día", añade el experto.
“Es importante tener en cuenta que estos son los límites máximos permitidos y que los dispositivos móviles suelen operar a niveles de SAR mucho más bajos en condiciones normales de uso”, explica Nájera en Twitter.
“Tras muchos años de uso de teléfonos móviles por parte de grandes poblaciones, los estudios de epidemiología/investigación no han determinado una relación clara con efectos adversos para la salud como cáncer, dolores de cabeza, función cognitiva, etc.”, añade a Science Media Center Reino Unido Ian Scivill, científico clínico consultor de imagen médica y física médica del Royal Hallamshire Hospital (Reino Unido).
“Me temo que no tengo respuesta para esta pregunta”, señala Nájera al Science Media Center España. “Yo esperaría una respuesta de la UE conjunta y no de los estados y, también, confirmar los datos publicados”. Lo importante, bajo el punto de vista del experto, es que si realmente se incumplen estos límites, se actúe con la retirada de estos dispositivos. “Para los usuarios: tranquilidad, aunque se pudiera superar el máximo en determinadas circunstancias, la UE a través de la ICNIRP establece los límites con ese margen de seguridad. Además, a esos niveles tan bajos no existe evidencia científica de que haya efectos sobre la salud humana”.
*** Este artículo es una colaboración mensual entre Maldita Ciencia y el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud.