“Nos pulverizan no solo con quimicos... también con metales” (sic). Este es uno de los mensajes junto al que se comparte un vídeo en el que se ve cómo un grupo de personas levanta varios detectores de metal hacia el cielo y cómo estos comienzan a sonar, dando a entender que detectan sustancias metálicas que permanecen suspendidas en el aire. Además, vinculan esta situación con la teoría de la conspiración de los chemtrails. Pero es un bulo: el sonido que emiten los aparatos es consecuencia de que, al haber tantos detectores en tan poco espacio, interfieren entre ellos, como explican distintos expertos entre los que destaca Alberto Nájera, director científico del CCARS.
Tanto las imágenes como el mensaje junto al que se comparten afirman que se pulverizan metales y que los detectores de metales suspendidos en el aire son capaces de detectarlos. Sin embargo, el sonido que estos aparatos emiten es en realidad consecuencia de las interferencias generadas por y entre ellos.
Gregorio Molina-Cuberos, profesor en el departamento de electromagnetismo y electrónica de la Universidad de Murcia, compara estos aparatos con pequeños radares que generan ondas electromagnéticas. Estas producen, gracias a una bobina, corrientes de inducción en los metales que, a su vez, forman otras ondas electromagnéticas.
Alberto Nájera, profesor de Radiología y Medicina Física en la Universidad de Castilla-La Mancha y codirector del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) coincide, y añade que al utilizar numerosos generadores de campos electromagnéticos juntos y a la vez, “estos son capaces de detectar fluctuaciones en los campos que ellos mismos generan”.
Minelab Detectors, una división de la empresa tecnológica Codan ha explicado que “cuando el campo electromagnético recibe una respuesta [idealmente, el objeto metálico], emite una señal”. Esa señal es el sonido que se escucha durante las imágenes.
“Lo que están detectando es un conjunto de interferencias producidas por los propios generadores”, añade Nájera, una afirmación con la que coincide Molina-Cuberos: “Se están detectando entre ellos (...)”. “¿Qué pasa si juntas dos detectores de metales? Que las señales que producen unos son detectadas por otros. Por eso ‘pitan’, porque detectan algo”, añade el experto.
La narrativa que se difunde afirma que los detectores de metales del vídeo habrían captado la presencia de metales en el ambiente. Sin embargo, estos aparatos no tienen la capacidad de detectar partículas tan pequeñas.
Molina-Cuberos explica que en el aire puede haber partículas metálicas por causa natural (como micrometeoritos, estrellas fugaces o polvo sahariano) y artificial (como polución atmosférica). El profesor añade que “el tamaño de las partículas de la atmósfera es muy pequeño, del orden de la micra”, la milésima parte de un milímetro.
Sin embargo, para que un detector de metales pueda localizar la presencia de un objeto, este debe medir, al menos, varios milímetros. Molina-Cuberos “duda” que los aparatos “sean capaces de detectar objetos mil veces más pequeños, como son los aerosoles metálicos”. José Ignacio Íñiguez de la Torre, catedrático jubilado del área de Electromagnetismo de la Universidad de Salamanca, coincide: “Considerando la pequeñísima concentración de estos materiales presentes en la atmósfera resulta prácticamente imposible su detección por una técnica tan elemental”.
De esas dos fuentes, los micrometeoritos o el polvo sahariano, la que se encuentra en mayor cantidad es la de micrometeoritos. Normalmente se concentran entre los 80 y los 90 km de altura y pueden afectar a las comunicaciones. “En este caso se presentan como átomos o agrupaciones moleculares de unas ‘pocas’ moléculas”, indica el experto.
El manual de puntos básicos sobre detección de metales de la empresa Fortress Technology, dedicada al desarrollo de detectores y máquinas de rayos X, explica que sus aparatos logran detectar en un ambiente seco, partículas de al menos un milímetro. La multinacional Mettler Toledo, que desarrolla instrumentos y maquinaria de precisión, explica en su web que sus detectores logran captar partículas metálicas de al menos 0,6 milímetros. En ambos casos, se trata de dimensiones superiores a las de los aerosoles a los que se refiere Molina.
Por lo tanto, es un bulo que los detectores en este vídeo hayan captado metales en el ambiente. Según los expertos consultados, lo más probable es que, al haber tantos aparatos similares juntos, los campos electromagnéticos que generan para funcionar provoquen interferencias mutuas. De ahí la señal acústica que recogen las imágenes.
*** Este artículo es fruto de una colaboración entre Maldita.es y el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS).